Además del Museo de Miniaturas hay muchos otros lugares muy interesantes que conocer. Aquí te mostramos algunos lugares históricos de interés de esta gran ciudad.¡¡Ven y conócela!!
Échate una vuelta al centro de la ciudad a conocer la plaza
independencia coronada con un Reloj Monumental de cantera blanca,
un hermoso y grandísimo monumento icono de la ciudad de Pachuca,
con maquinaria austriaca réplica de la del Big Ben y estampa de la
ciudad desde 1910. Sin olvídate de ir a tres cuadras del Reloj a perderte
en el mundo del hielo, ron y refresco en una emblemática cantina,
aclamada de generación en generación por su famosa bebida los Rones
de Don Chino que se encuentra justo a un costado del mercado de
barreteros donde además debes pasar a comer un taco de cabeza de
res o un buen menudo.
Si quieres disfrutar el tradicional pulque, bebida de raíces sagradas en las culturas indígenas y que en años recientes vive bajo nuevos aires, camina dos cuadras más hacia la añeja cantina la estudiantina y pide un curado de jitomate que es el Bloody Mary pachuqueño de rechupete, si estás muy de suerte cuando transites por la calle de guerrero podrás toparte con alguno de los personajes urbanos de la ciudad, el matemático, el tiznado, el flanes, el memo, el tigre, el gato seco, la chelina, la charrita, por ultimo súbete a un pequeño tranvía a que te lleve a recorrer alguno históricos y atractivos lugares.
A solo 20 minutos del centro en carro o en taxi colectivo lánzate al Real del Monte, un bello pueblo mágico y minero donde puedes abrir tu corazón, y sobre todo tu estómago para comer en los más de 100
establecimientos que hay los ricos pastes ingleses acompañados de un rico café negro, imperdible también ir a la chocolatería que se ubica a un costado de la escuela de artes que por diez pesos puedes comerte un riquísimo chocolatito, y si la fuerza te alcanza subir 500 metros de ahí al más bello y enigmático panteón inglés donde se encuentra enterrada la leyenda del payaso Bell quien "logró hacer reír a don Porfirio".
Ve a la aventura en la Ruta Arqueológica Minera de Pachuca, a un
camino entre los túneles de la mina Camelia para llegar al Acueducto
de San Francisco, uno de los emblemas de la ciudad y en la que el
paisaje deleitará la vista de cualquier visitante. Entre caminos con rocas y arbustos, los visitantes ingresan al túnel de la mina, en donde expertos
en senderismo realizaron un camino seguro, pero no así deja de ser
emocionante, tras pasar por un angosto paso con piedras sobre un
pequeño estanque de agua clara, que se filtra por las paredes de rocas
minerales del lugar.
"Coloquen su pie en aquella piedra que es segura
y con las yemas de sus dedos sobre la pared de rocas vayan
avanzando, y siempre con su cuerpo sobre la pared", indican los
instructores de esta ruta y de pronto, un "splash", pueden caer sin gran
peligro los excursionistas al agua, sin mojarse más allá de las
pantorrillas.
Si tienes tiempo recuerda que Pachuca es conocida como la Cuna del
futbol, de la charrería, capital del paste y la palanqueta, porque aquí se
acunaron y disfrutan, también muy cerca están las haciendas mineras,
haciendas charras, la ruta de balnearios, la ruta arqueológica minera,
los bosques de pinos y un sinfín de atractivos seguros y económicos.
El pachuco es de Pachuca
En 1823 el tercer conde de Regla, celebró un contrato y llegaron los
primeros ingleses que explotarían las minas de la Comarca. De 1824 a
1906 Pachuca y Mineral del Monte tuvieron un periodo de hermandad
industrial con Cornualles, Inglaterra cuando su comunidad se estableció
y llegaron cientos de ingleses con la finalidad de dirigir el trabajo de los
miles de rudos, bastos y pobres mineros pachuqueños.
En su mayoría estos ingleses eran hombres altos con vestimenta
elegante del viejo continente consiste en pantalones ligeramente
anchos que caen al tobillo directamente sobre sus zapatos lustrados, un
chaleco recto y discretamente adornado con botones, saco, ajustado
hasta la mitad del muslo y corbata, los pantalones son de un color
diferente al de la chaqueta, todo usado de acuerdo al clima londinense
debajo de un pequeño abrigo con mangas anchas, los sombreros se
usan con bordes acampanados elevados a los lados.
Los ingleses trabajaban en las oficinas, talleres, molienda, fundición,
almacenes y el trabajo rudo dentro de las minas de extracción del
mineral y su traslado a lomo a la molienda lo hacían los mineros
pachuqueños casi todos vestidos solo con taparrabos y huaraches. El
mineral extraído de la mina al ser trasladado a su molienda permitía a
los mineros pachuqueños mezclarse con los ingleses los cuales
amables y compadecidos les regalaban sus ropajes viejos, lo cual era
muy agradecido y motivo de orgullo de los pachuqueños que
discretamente envidiaban la elegancia inglesa.
Allá por el año 1900, en las inclinadas faldas de los cerros de San
Cristóbal muchos mineros pachuqueños galanes y muy limpios al acudir
a las fiestas y bailes populares de los barrios; El Arbolito, la Alta
California, el Atorón, San Juan Pachuca y la Palma, se vestían con la
ropa que los ingleses les habían regalado, sin importar si la ropa
estuviera muy desgastada por el tiempo, fuera de tallas más grandes
porque los ingleses eran de raza más alta, o si tuvieran el juego
completo de prendas, de sobrero, camisa, saco, chaqueta, cinturón,
pantalón y zapatos, o sea se vestían a una singular forma “elegante”
inglesa, pero fácilmente identificable para todos los envidiosos de no de poder vestir así le llamaban simplemente pachucos por sus vestimenta
extravagante.
Los mineros de Pachuca fueron en esos años muy famosos porque
tenían la técnica y enseñanza de los ingleses por lo cual las minas de todo el país se peleaban por contratarlos como sucedió en Chihuahua para explotar los yacimientos mineros importantes como los de Santa Bárbara y en ciudad Juárez en la producción de oro, plata, plomo, zinc y cobre. Donde acudieron cientos de mineros pachuqueños a enseñar las técnicas inglesas de trabajo y sobre todo a enseñar esa extravagante forma de vestir y presumir y una singular minera y modesta-petulante forma de hablar.
El pachuco de Pachuca, de las minas del norte de Mexico emigro a
estados unidos, algunas pandillas latinas-estadounidenses adoptaron el estilo pachuco, que identificaba a los mexicanos con ADN minero pobres pero presumidos.
En Mexico Germán Valdés, "Tin Tan", se mostraba vestido de Pachuco y empleó el argot pachuco en muchas de sus películas. Se le apodó “El Pachuco de Oro”.
La historia niega el origen del pachuco de Pachuca, es más, cuando se debate el tema sacan mil significados de la palabra, pero la realidad es que de Pachuca para el mundo surgió el Pachuco.
Cual olla de tesoro por sus entrañas de plata y oro la ciudad de Pachuca
es un hueco rodeado de cerros, en cuyas faldas nacieron los antiguos
barrios mineros, que alrededor del poderoso atractivo de la plata dieron
vida a la ciudad de Pachuca, tierra acariciada por los vientos que soplan
entre junio y octubre de hasta 75 km/h que le concedieron los cariñosos
títulos de la Bella Airosa, ciudad del Viento, la Novia de los Vientos, la
cuna del viento. En Pachuca el silencio no existe, un silbido suave y
constante pasea por las calles, el viento encontró aquí su hogar, una
vez que un viento se forma en Pachuca entra a la olla para y se queda
todo el día vueltas y vueltas y vueltas en sus calles serpenteantes, que
suben y bajan de manera caprichosa.
Una leyenda local narra como el viento llegó a enamorarse de una
hermosa muchacha de buen corazón que le encantaba sentir como el
viento acariciaba y jugaba con su pelo y como la luna entrometida hizo
resaltar las preocupaciones de la joven por la pobreza de su gente y le
cambio su alma, belleza y vida a la tierra por el bienestar de sus amigos,
el viento cuando supo lo que había pasado, rugió desesperado, perdió
el control y pareció enloquecer, recorrió la población arrasando con lo
que encontraba a su paso, la mayoría de los días, el viento aún busca
a su amada, y los pobladores de los barrios altos pueden escuchar
como el viento ruge desesperado en su búsqueda, se introduce por las
ventanas, y a veces, arrasa con lo que está a su paso con el propósito
de encontrarla sin lograrlo.
El apodo de la “bella airosa” es una manera poética de describir un
fenómeno natural. Enclavada en el Noroeste de nuestro país, la urbe se
encuentra justo en una región donde los vientos “bajan” hacia el Sur.
Los pachuqueños de cepa utilizan la palaba viento como manifestación
de confianza, así:
Vientos, significa que todo está bien, que avanza por buen camino.
Viento en popa, quiere decir buena suerte, dicha o prosperidad.
Vientos del norte, quiere decir que aun cuando existen obstáculos y
dificultades en el camino, al final todo saldrá bien.
El nombre de la ciudad deriva del náhuatl Pachyohcan, que significa
"Lugar de heno", y tiene su origen porque en los arboles donde nace la
cañada por el barrio de españitas justo en frente de la compañía minera
los arboles de pirul del cerro todo el año tienen montones de heno
amarillo que es una planta que se abraza a los troncos de los árboles y
en sus copas donde los mineros asemejan el amarillo del heno con el
oro.
El significado etimológico es Patlachiucan, significa “lugar de lágrimas"
y tiene su origen en las vetas de plata que inundan las minas de
Pachuca, los cuentos y leyenda de aquella época decían que la tierra
en Pachuca lloraba de felicidad lágrimas de plata.
Ademas del Museo de Miniaturas hay muchos otros lugares muy interesantes que conocer.
De las leyendas más sorprendentes no podría faltar en Pachuca la
relacionada con existencia de un túnel que alberga tesoros, no obstante,
es todo un misterio, nadie sabe dónde se ubica.
Don Lupe, ex minero y vecino del barrio del Bordo, contó que, en la vieja
casona de Abasolo, se encuentra un túnel en el que guardaron objetos
de gran valía. El sitio exacto está en la ex capilla de Nuestra Señora de
Guadalupe, construida en el siglo XVII por la orden religiosa de los
juaninos, y este pasadizo comunica con el ex convento de San
Francisco, templo construido en el siglo XVII.
Don Lupe señala que pudo ser “taponeado” por hombrecillos conocidos
como duendes, quienes habitan y reinan las minas y los túneles. “Estos
seres fantásticos se han negado a que se conozcan los caminos y
secretos del túnel, donde seguramente permanecen algunos tesoros
religiosos que los juaninos guardaron celosamente en los interiores, y
transitan y vigilan los pasadizos subterráneos que atraviesan la ciudad
de Pachuca”.
A los mineros se les llaman tuzos porque todo el día están bajo tierra
como las tuzas escavando, por lo tanto, a la ciudad se le denominada
de manera coloquial «Tuzolandia».
Su simple mención fue tabú durante décadas, todavía hoy en día, hablar de su cabaret, provoca emociones y remueve recuerdos, puede arrancar una lágrima nostálgica de algunos pachuqueños o bien ocasionar espasmos reprobatorios de los miembros de la pía sociedad, custodios perpetuos de las buenas costumbres hidalguenses.
La mal llamada profesión más antigua del mundo, no lo es en tanto
alguien con una profesión anterior generó plata para pagar los servicios de la meretriz. En todo caso la minería cumplió esta función al atraer a esta región todo tipo de gente, españoles, árabes, judíos, italianos e ingleses. Con ellos trajeron una variedad de costumbres, religiones, vicios y oficios. El resultado de todo esto es que Pachuca se convirtió
en una ciudad liberal.
Con el crecimiento de la ciudad, creció también la prostitución, y al ser
ésta una actividad ilegal, fue necesario delimitar una zona de tolerancia,
misma que durante años estuvo en la pequeña plaza que forman las
calles de Aldama y Mina, a una cuadra de la Casa Rule. Posteriormente
se decidió su traslado a dos cuadras arriba en Gómez Farías, ahi fundó
el afamado cabaret El Abanico; no era el único, operaban también el
Salón México, La Negrita y el Pigalle, el jacalito, pero El Abanico cobró
tanta fama que daba nombre a toda la zona de tolerancia, también
llamada coloquialmente: “zonaja”, “ventilador”, “allá arriba”.
La zona roja era una calle chueca y angosta, pero plena de vida. Por
ahí circulaban: vicio, violencia, sexo, gonorreas, albures, padrotes y
desde luego, las reinas de la noche. Estas ejercían su oficio en unos
diminutos cuartos de dos metros por 1.50, en donde apenas cabían, un
catre, un lavabo, una silla y un bracero que daba a la calle, en él
calentaban el agua para asearse y asear a sus clientes. De manera que
las señoras permanecían de pie o sentadas junto al bracero para darse
calor pues andaban ligeras de ropa para poder mostrar la mayor parte
de sus encantos a los clientes.
Entre los clientes especiales se encontraban los primerizos, quienes a
falta de una mejor opción ahí iniciaban su vida sexual, con frecuencia
llegaban acompañados de un padrino que daba fe de la consumación
de su desvirgenamiento.
Práctica frecuente era la realizada por damas, sobre todo jovencitas,
que impulsadas por la curiosidad pasaban en automóvil conducido por
un varón, y agazapadas se asomaban para captar fugazmente el
entorno pecaminoso. Si eran descubiertas recibían todo tipo de
improperios por parte de las sexoservidoras que incluso llegaban a
arrojarles líquidos de origen sospechoso.
Desde luego, en tal ambiente no podían faltar los personajes sui
generis, empecemos por una singular hetaira que, sentada a la entrada
de su accesoria, parecía estar ahí desde el principio de los tiempos
esperando un cliente que nunca llegaba. Mujer diminuta de edad
indescifrable, ajada, desdentada, muy fregada. Todos parecían
apreciarla y la llamaban la Charrita.
Los padrotes hacían sentir su presencia, algunos con su agresividad y
otros con su vistosa apariencia de pachucos, entre ellos figuraban el
Maguey, el Varela, el Barras, Dany y cien más.
El propietario de El Abanico de apellido Trocino procuraba mantener un
bajo perfil, no así la dueña de un pequeño antro llamado El Jacalito, la
apreciada María Luisa, muchos le decían por cariño o por grado la
comadre Magüicha.
El maestro Joelito era un pianista que por las mañanas tocaba en el
coro del Instituto Hidalguense con los hermanos maristas, y por las
noches con su música amenizaba el baile de El Abanico.
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